La expresión creadora - Primera parte

Hace algunos años, formalizando un poco la parte disciplinar de la educación por el arte, en unas clases con Mercedes (Mainero, necesito que el apellido quede entre paréntesis y llamarla Mercedes, que es mi maestra y mi hada madrina) apareció el concepto de expresión creadora, en un libro de Lowenfeld y Brittain (creo que se escriben así los apellidos, y que el libro se llama El desarrollo de la expresión creadora). De hecho, fue una de las primeras categorías que vimos, y central en la construcción del Taller de la Ventana.

A lo largo de estos años, trabajando en educación por el arte y en promoción de la lectura, varias veces me volvió a la vida, y varias veces releí fragmentos de ese libro. Y, año a año, escena a escena, creo que la voy resignificando, aprendiendo un poco más.

Ahora apareció nuevamente, cuando no la había llamado (extrañamente, porque mucho tenía que hacer acá) al pensar algunas cuestiones respecto a los talleres. Puntualmente, qué es lo que pasa en los momentos de la escritura. Aunque vale también para otros lenguajes, son momentos de expresión con la palabra los que venimos propiciando mayormente. Y, además, me parece útil acotar para profundizar.

No puedo evitar siempre volver al principio: ¿por qué propiciar la escritura? Esto me lleva a ¿qué escritura propiciar? Y, entonces, ¿cómo propiciar esa escritura en particular?

En realidad, de lo que se trata es de propiciar la expresión. En este caso, la expresión a través de la palabra. Pero, ¿qué significa expresión?

Muchas veces, en los talleres que venimos haciendo, los textos que aparecen tienen características de lo que llamo (con muchos escribidores espontáneos) "desahogo": sacar cosas que se querían decir hace mucho, volcarlas al papel. Pasa muchísimo con gente que no suele escribir, y que, cuando tiene una oportunidad, se lanza con tutti cuanti.

Esto no es algo a despreciar, para nada. Pero, partiendo del principio formalizado tan claramente por Laura Devetach, de que no es lo mismo decir "me pica" que decir "tengo pajaritos en la garganta", mucho de lo que intentamos proponer en un taller es que ir más allá de los modos de decir de todos los días, de las literalidades y las metáforas anquilosadas, para buscar formas de decir lo que es, en el fondo, indecible. Inventar lenguajes, desarmar y rearmar gramáticas, hallar palabras perdidas y combinarlas con otras inesperadas, todo eso va en camino a intentar dar voz a experiencias intensas para las que no nos alcanza con las maneras cotidianas de decir.

Pero, ¿cómo nos proponemos propiciar estas reinvenciones? Hago esta pregunta acá no porque tenga la respuesta e intente divulgarla. Más bien, y aunque, en los talleres que venimos coordinando, se disparan expresiones novedosas, creadoras, constructoras de subjetividad, más bien, decía, hago esta pregunta acá porque me di cuenta que la respuesta no la tengo. Para nada. Y no es que espere tenerla. Pero sí me parece que puede ser interesante registrar algo del proceso.

En realidad, de lo que me di cuenta es que cada taller me pregunto si será clara y disparadora la consigna, si el clima está efectivamente armado, y, sobre todo, qué es lo que puedo aportar en el momento mismo de la escritura, al acercarme uno por uno, y al final, en la puesta en común. Muchas veces (y esto es un registro de lo que me pasa en los talleres) en esos momentos busco que escrituras de desahogo encuentren otras voces, otros caminos para decir todo lo que necesitan decir.

A mí las listas me resultan, no se si útiles, pero sí fáciles, al principio, para ordenar información. Para salir un poco del caos. Y también me di cuenta que, en los distintos talleres, voy usando diferentes elementos de un repertorio que, aunque va variando permanentemente, improvisando desde la paleta, tiene algunos ejes habituales.

Cinco aclaraciones antes de empezar una lista que, creo, hoy será breve, y se irá agrandando con el correr del tiempo (¿y el aporte de lectores?). De hecho, tal vez sean más disgresiones que elementos en la lista, y esto no sólo porque ame a Mansilla, sino porque las preguntas me parecen más importantes que las respuestas.

Entonces

Cuatro aclaraciones

1. Creo que lo central, cuando hacemos un taller, y para propiciar la expresión creadora, está más en el clima y en la consigna (y sobre todo en el clima) que en estas intervenciones que, por sí solas, son secas.

2. Dentro de este trabajo de construcción del clima, el cuerpo es imprescindible. El cuerpo del tallerista, jugado por completo en escena (el taller es un arte escénico) y el de los participantes. Puntualmente, notamos que muchas veces el cuerpo se dispone muy bien para la palabra luego de ejercicios físicos intensos, llegando al piso con cierto agite.

Skliar: "mi cuerpo y mis palabras se revelan secretos que yo mismo desconozco" (La intimidad y la alteridad, uno de los pocos libros que traje al viaje)

3. Cada taller me cuestiono que la herramienta que elegí usar sirva para algo, y no sea más censuradora que habilitante.

4. Muchas veces (tal vez la mayoría) no hago ninguna intervención durante el momento de la escritura, ni en la puesta en común. De hecho, cuando tengo la posibilidad de procesos largos, jamás intervengo durante la escritura. Cuando es un solo taller tal vez lo hago porque me parece que puede ser algún aporte. No se si lo haré siempre así, pero ahora sí.

5- Esta no es una lista de lo que hay que hacer. Es una lista de lo que hago, hoy, ahora, a veces.


Ahora sí, la lista, incompleta, con lo que me acordé hasta ahora

- Verticalizar (lo uso adrede, aún acordándome muy patentemente de que Skliar habla de que, si no hay cuerpo y poesía, "la poesía será ese ejercicio, más o menos gentil, más o menos amable, de sólo verticalizar, rápidamente, algunas palabras" (La intimidad y la alteridad): ante textos en prosa, propongo separarlos en versos. Esto permite tanto focalizar en el ritmo como detectar fragmentos valiosos y otros que se pueden descartar. Después se puede volver a la prosa, o no, o hacer algo nuevo desde un fragmento. Esto último muchas veces sucede solo.

- Concentraciones: a veces aparecen en los escritos algunos fragmentos muy particulares, muy interesantes. Palabras raras, asociaciones novedosas, imágenes bizarras, o expresiones que, cuando quien las escribió las lee en voz alta, se escuchan muy sentidas. Propongo entonces tomar esos lugares y reescribir desde ahí.
A veces, estos lugares aparecen desde la oralidad. Puede ser solos, con diálogos como este:
- En realidad, yo quería poner esto...
- ¿Y por qué no lo ponés entonces?
o a partir de preguntar a qué le recuerda lo que escribió, o cómo se le ocurrió.
Muchas veces pasa que alguno tiene la sensación de tener algo para decir, pero no le sale decirlo. Entonces, al contarlo, va apareciendo.

- Ampliaciones: me acerco y pregunto: ¿qué otros colores, aromas, sonidos, sensaciones, texturas, etc. hay ahí?



Efectivamente, y al menos por ahora (que voy a estar más atento a seguir recolectando, e invito a otros que lo hagan en los comentarios) son menos elementos que disgresiones. Me pasa seguido, sí.

Vuelvo, entonces, al concepto de expresión creadora. Volvió a escena mientras pensaba en este tema porque, de pronto, me pareció que resumía perfectamente esto de decir de modos no cotidianos: que sea un decir de alguien, desde la experiencia, no un juego vacío, por un lado; por otro, que sea creador, singular, que de palabra a lo que nunca termina de decirse del todo. Esta no es, creo, la definición de Lowenfeld-Britain,y no la tengo a mano. Valga entonces también como nota epistemológica, de lo que puede suceder con los conceptos cuando andan dando vueltas, y cuando los vivimos.

3 comentarios:

  1. Desde mi espíritu práctico, pero por otro lado, desde mis búsquedas en distintas lecturas o palabras de ciertas categorías teóricas que me ayuden e pensar, se me ocurre que está bueno lo que decís, de que cuando estás ahí, con otros, en los talleres, con el cuerpo, la cabeza y el alma, que ahi mismo se aparezcan estas categorías que te impactaron cuando las leiste, y que por algun motivo las tomaste, por alguin motivo ter quedaron picando en tu cabeza. Y entonces aparacen ahí, cuando estamos en esa práctica o como querramos llamarla, y nos ayudan a pensar eso que estamos haciendo, a entender esos espacios que estamos propiciando.

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  2. Todo esto me hace volver a preguntarme qué es lo más importante al momento de hacer el taller.

    ¿Tiene sentido hacer observaciones sobre cómo hacen las cosas los participantes? (Tanto con el cuerpo como con la palabra)

    Teniendo en cuenta que la mayoría de ellos no hicieron nada parecido ni harán nada parecido al menos durante mucho tiempo, ¿qué es lo que va a permanecer con más fuerza en esos cuerpos, en esos seres? ¿el gusto por escribir? ¿las ganas de comunicarse desde lo genuino de cada uno? ¿la “corrección” que le hagamos? ¿nuestras formas, lo menos censuradoras que podemos? ¿etc?

    Hay miles de opciones.

    Ahora, qué es lo que nosotros queremos que quede con más fuerza ahí adentro. Y cómo lograrlo.

    Con esto también me pregunto: ¿son realmente momentos de expresión con la palabra lo que venimos propiciando mayormente o hay algo más poderoso por detrás?

    Probablemente lo que más estemos haciendo es abrir nuevas preguntas en los que participan, mostrar otro camino posible, otras formas. Y sin dudas en nosotros también. Ya eso está bueno la verdad.

    Todo esto creo que ya me lo había respondido y ahora es una incógnita nuevamente. Y así será hasta que encuentre otras respuestas y se vayan de nuevo supongo que una y otra vez…

    Y me olvidé de algo más que quería poner, que está relacionado con lo demás y en especial con el comentario de Vivi.

    Es que el otro día pensaba cuanto más potente es, para mi, la experiencia que un discurso, y fue algo que apareció también en la puesta en común de un taller. Pero hablando con Mar también aparecen permanentemente cosas que escuchamos o leímos en otros momentos y la experiencia es la que lo saca a flote para repensarlo y reaprenderlo, ponerlo en práctica básicamente...
    Eso, cuan rico es ir de la teoría a la práctica y viceversa miles de veces. Y no la teoría solamente como leer un libro, también reflexionando, charlándolo.

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  3. muchas veces me pasa que frases o parrafos de cierta literatura que leo, me ilumina como la mejor de las teorías. Por ejemplo, ahora estoy copada con los policiales, especialmente con Henning Mankel, y me pasa muchas veces, pensando estrategias para trabajar en escuelas, que las podria pensar siguiendo pistas como en un policial, escuchando, asociando, poniendo junto cosas que por ahi aparecen separadas. La experiencia aparece desde los lugares menos pensados a veces, como que explota dentro de uno y nos posiciona de otra manera. Quien sabe que cosas despiertan en los otros que frecuentan los talleres, las propuestas que se les presentan. Imposible saberlo, imposible adivinarlo, por suerte. Solo podemos seguir algunas pistas.

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