Las herencias III

Comencé a escribir esta entrada, en realidad a puntearla, hace ya un mes, en Potosí. La disparó un comentario anónimo, en el blog, acerca del lugar que puede tener (o no tener) la poesía en la transformación social. Lo respondí, en ese momento, con ganas de que siga el ida y vuelta, pero en ese lugar quedó.

Y la entrada, pensada en una lista de temas que quería ir escribiendo, quedó también olvidada. La retomo ahora, en Cochabamba, luego de una mañana en que la herencia convocada vuelve a aparecer con mucha fuerza. Por supuesto, reaparece distinta a como había sido pensada originalmente. Pero de eso se trata.

Relecturas, reescrituras. En dos partes.

I

Nuestro primer almuerzo en Potosí fue en un restaurant ubicado en un cuarto piso, con grandes ventanales desde los que se ve, entre otras cosas el Cerro Rico. Y fue simplemente con sentarme y mirar que algo que era, hasta entonces, un elemento más del paisaje, se convirtió de repente en símbolo, condensando historia, caminos, elecciones. No es que antes no supiera de toda la historia del cerro: pero fue de pronto, al verlo tan grande, tan cerca, tan imponente, que se me cayó de golpe, en el cuerpo, todo lo que él está diciendo, mudo, acerca de la historia de, por lo menos, el continente. En las laderas ajadas, en los agujeros que nacen de todos lados, en la gente subiendo y bajando, se cuenta, ni siquiera tan sutil, la desigualdad monstruosa, inmensa, añosa, la misma que se ve en cualquier tren al suburbano bonaerense, en los porteadores que cargan su peso y más en el camino del Inca, en las pendientes de las afueras de Caracas.

Por dar algunos ejemplos.

Esta entrada es sobre las herencias políticas.

Es que este viaje es un viaje político. Una militancia. Algo de lo que, aunque ya sabía, me cayó la ficha más fuertemente en Potosí. Con el cerro, respirando ahogado ahí al ladito. Y me vino entonces, ya hablando en este blog de las herencias, la necesidad de escribir sobre estas cuestiones. Que no son para nada poco importantes.

Esto va desde algunas grandes declamaciones hasta gestos mínimos: la lectura, todos los días, del Página12, siguiendo la evolución del golpe en Honduras, entre otras cosas. Las conversaciones, con cada persona que podemos, acerca de Evo y el presente político en Bolivia. Nuestra alegría al saber de la gente que lo va a votar, nuestra complicidad. Aún con todas las reservas, las críticas, las dudas, claro. Pero con una cierta certeza de alguien del palo, de alguien con quien compartimos algo que es también muy muy importante.

Lo defino sencillito, como vengo haciéndolo en conversaciones: para mí ser de izquierda es no estar de acuerdo con las desigualdades que parecen naturalizadas, y creer que pueden cambiarse. Por lo pronto, y sin recurrir a ninguna definición pre-armada, y siguiendo con lo que digo cuando una conversa me agarra improvisada. Y yo soy de izquierda. Y desde acá me paro.

Claro que no es casualidad que esté escribiendo esta entrada como una de las herencias. En casa, siempre se habló de política, se plantearon posturas, se denunciaron y comentaron injusticias. Algo tan sencillo como eso: importantísimo. En la mesa, en los viajes, en la lectura compartida de los diarios. En las marchas, a las que muchas veces fui con mis viejos.

No sólo en casa, claro. Tal vez puedo decir: en la casa ampliada. Amigos de los viejos, amigos de otros lados, sobre todo (no en este caso tanto la familia ampliada) también son parte. La primaria, la secundaria, claro. La universidad, por supuesto. Pero algo muy fuerte de la casa (de esta casa ampliada) lo se de la marcha del último marzo, yendo con mi vieja pero encontrándome con otra gente de su mundo, y también del mío. Terminando en un café, mesa grande, conversando.

Importante.

Otra cosa que cuento en el viaje, a veces, y que hoy quiero escribir acá, es que para mí esto es una militancia por la poesía. Y que, de algún modo (no sólo desde ahí, claro) parte también de mi historia de militancia. Militancia jamás partidaria, no por eso menos militante.

Alguna vez, aún en el colegio, me preguntaba mucho por cuál era el modo de cambiar las cosas. En algún momento, sin dudas con mucha influencia de herencias otras, pensé que la educación. Y poco a poco fui pensando que no sólo la educación, sino que dentro del recorrido de la educación, era la poesía no sólo la que me parece importantísima para un mundo distinto, sino (y sobre todo) el lugar que yo elijo. La poesía, aclaro, no es para mí un género literario. Es una forma de relacionarse con el mundo.

Invitando al blog a Gelman, la certeza de que "lo lindo es que se puede decir pío pío en las más raras circunstancias". Gracias Juan, aunque no sepas que por acá anduviste, y no sólo.

II

Cochabamba, esta mañana. Segunda jornada de un seminario, que nosotros dimos, sobre literatura infantil y juvenil, en el Centro Pedagógico y Cultural Simón Patiño. Al que el nombre no le diga nada, por favor googlee. Porque no es dato menor, creo.

El centro es hermoso. Hermoso. Hermoso. Tiene un jardín cuidadísimo, inmenso y muy disfrutable al pasear. Tiene una excelente biblioteca. Una "sala de cursillos" cómoda, impecable. Entre otras comodidades y bellezas. Ya escribiré sobre eso en otras entradas, también.

A nosotros nos contrataron para hacer el seminario para el personal que allí trabaja. Tienen un programa de promoción de la lectura, que trabaja tanto en capacitación docente, con un método elaborado por la coordinadora del área pedagógica, y en bibliotecas repartidas por distintos sectores de Cochabamba. Vinieron entonces, al seminario, los capacitadores, las bibliotecarias, las coordinadoras, y algunos más también. Unos dieciocho.

Dos mañanas. Tiempo lindo para trabajar.

El primer día nos fuimos muy contentos. Hicimos el taller de los mensajes perdidos, y a partir de ahí fuimos trabajando en repensar el concepto de lectura, y cómo ese concepto se puede vincular con las prácticas. Nos pareció, además, que la gente estaba enganchada. Se emocionaron, se asombraron de los azares que marcaron los pasos, propusieron ideas más que interesantes para construir conceptos.

Nos fuimos muy contentos, el primer día. Por eso nos llamó la atención cuando esta mañana, en el intervalo, la coordinadora del área pedagógica se nos acercó para decir que ella esperaba otra cosa del seminario. Más allá del momento poco oportuno para el comentario (suelo esperar a que la persona que está coordinando algo termine su actividad para no generarle un mal momento en plena acción) me llamó la atención las demandas que hacía: que no estábamos dejando ninguna herramienta, que no estábamos planteando el marco conceptual.

Nuestra sensación era exactamente al contrario. Incluso, si tenía alguna preocupación, era por parecer soberbio al citar autores para hacer el cierre en la puesta en común. Y respecto a las herramientas, habíamos trabajado no sólo con varios textos sugerentes, sino también con consignas de lectura y escritura que no sólo gustaron y engancharon en muchos otros talleres, en otros lados, sino también a ellos. La misma coordinadora del área pedagógica había manifestado su alegría por las coincidencias entre una historia que contó al comienzo y el texto que le tocó en el sobre. Que era, oh erudición, del amigo Jorgeluí B.

Por todo esto, pero también por buenos comentarios de otras personas, lo cierto es que no le dimos mucha bola. Y seguimos con las actividades. Luego de la propuesta de repensar un concepto de literatura infantil que no chocase con el concepto de lectura que habíamos acordado el día anterior, se armó un debate lindo. Y más lindo se puso después de invitarla a Laura con su bello bello vaivén (invitada Laura en mi voz, con sus palabras, Laura Devetach, de ella hablo). Porque fue tomando cuerpo, distintas posturas, distintos argumentos. ¿Es posible pensar una literatura para ciertos grupos de edad? ¿Con qué criterios? ¿Qué pasa si un chico agarra un libro de física cuántica?

Lo más rico para cerrar un seminario: lo indefinido.

Entonces esta escena se vino para la entrada de las Herencias III. Tan desubicada como afortunadamente, la misma coordinadora reiteró su reclamo del intervalo. Desubiacada, porque la discusión iba por otro lado, al menos explícitamente. Afortunada, porque permitió poner en juego que en realidad el lado era el mismo. O con muchos puntos en común.

No creo que haya sido esa la razón, pero gracias de todas maneras.

Del libro de física cuántica, varios opinábamos que, aunque probablemente no va a ser científicamente comprendido por un niño al agarrarlo al azar, sí puede, ese mismo niño, encontrar en él, en un contexto propicio, invitante, mucha pero mucha poesía. Es la diferencia entre dos modalidades de lectura: la científica y la literaria, por poner ejemplo. Y si lo que queremos es abrir lugares para el espacio poético, se trata más bien de pensar qué situación que qué libro. Qué contexto, qué mediador, qué formas de mediar.

Respondieron que, en ese caso, puede ser muy lúdico, pero ¿dónde están las intenciones del autor? Respondimos, a la vez: ¿por qué importa qué quiso decir el autor?

Algo respondieron, no muy firme ni elocuente. Pregunté qué pasaba con un texto sin autor: un texto anónimo, un texto hecho con un procedimiento automático. ¿Es ilegible?

No era muy atinado para la paz del seminario hablar de que poca crítica literaria se preocupa hoy, en las universidades, por lo que quiso decir Jorgeluí, por volver al mismo ejemplo de antes. O Saer, o Baudelaire, o Paulo Coelho.

Cedieron, un poco. Aunque no se fueron contentas: querían herramientas. De todas formas, no terminaron de responder tampoco a las últimas argumentaciones. Tampoco había más tiempo. Se fueron, ellas y otros. Algunos nos quedamos charlando.

Y en esa charla, alguien (o álguienes dijeron, tal vez) dijo algo muy claro: se trata de un problema político. Por el control del significado. Es el mismo colonialismo, lo de siempre.

Apellidos ilustres, oligarcas (escribo con cierto placer ingenuo esta palabra, pero, ahora que pienso, no está tan mal, hoy alguien la dijo) de gente bien. Gente que sabe. Y que piensa que los otros no. Que quiere que los otros no. Que se desespera si los otros sí.

Es peligrosa, la poesía.

La soledad

La soledad
es un pájaro grande multicolor
que ya no tiene alas para volar
y cada nuevo intento da más
dolor.

La soledad
anida en la garganta para esperar
el grito que se arranca con su
cantar cuando llega el silencio
del desamor.

La soledad
a veces tiene ganas de acompañar
el rostro que recuerda mal
aquel amor que nunca fue para
soñar.

La soledad
inventa la más bella aparición
remueve los rincones del corazón
para quedarse sola la soledad...
con su niñez
su mocedad
con su vejez
para llorar
para morir
en soledad...
 
http://www.youtube.com/watch?v=H-7C0NuAn1w
 
  Ayer veía a una niña que estaba todo el tiempo con alguien. 
Todo el tiempo.
Y pensaba en esto.
Pensaba en el miedo que se le tiene a la soledad.
Al encontrarse con uno.
Y pensaba también en la poca soledad que tienen algunos niños 
y lo necesaria que es.

Y esto viene también acompañado de un disfrute muy grande
 que estoy sintiendo con el extrañar, con el estar lejos. 
Con el tener ganas de ver a personas que no veo hace mucho.

Y qué importante es tener esos momentos de estar solo, 
con uno mismo, de no ver a mamá, de extrañarla.
De que no esté el adulto todo el tiempo atrás haciéndome todo. 
Y hablo de los niños, del encontrarse en un brete 
y tener que solucionarlo solos.

Y también es tremendo cuando es pura soledad, 
cuando no hay adulto que aparezca, cuando es 
una tras otra que hay que solucionar solo y bancarse solo, 
sin sostén, sin apoyo, sin amor.

¿Y cómo pretendemos no tener miedo a 
la soledad de adultos cuando la infancia es así?

El que no

Evolucionó, aquel texto de hace unas semanas, y se hizo más corto el título.

Porque pensando desde mi propia experiencia con la lectura, esto se fue ampliando y me encontré pintando con tinta china, me encuentro -como escribí en otro texto- cantando, Y disfrutando tanto de hacer esas cosas que digo nuevamente: ¿por qué es sólo para algunos? ¿quién dijo? ¿por qué se hace sólo en los primeros años del jardín de infantes? ¿por qué es menos importante que aprender gramática, fracciones o sobre los invertebrados, o la guerra de no se quién con otro quién?

Hay acá volando muchas cosas que me interpelan, me indignan, me encantan, etc.

No comprendo por qué a alguien se le ocurrió que la educación debía ser como es y esa idea tuvo tanto éxito. No comprendo por qué el arte es sólo para algunos y no sólo la creación sino también el "consumo".
No comprendo por qué cuando vamos a ver un espectáculo musical es más importante si se equivoca alguno que si me pasa algo con lo que ocurre en escena.
Nuevamente, No comprendo por qué es más importante aprender matemática que tener momentos para la/el ampliación, investigación, atraviese, del espacio poético.

Y no es que no se me ocurra por qué alguien piensa así.
Y no es que piense que la matemática no es importante o que lo otro es más importante. No estoy diciendo eso.

Lo que estoy diciendo es que no puedo creer que haya tantas personas que piensan así, suficientes como para que la enorme mayoría de las escuelas funcionen con esa lógica. Que la enorme mayoría de las vidas sean regidas por esa forma. Que haya tanta distancia con el arte.

Y encontrándome pintando, o al ver disfrutar mucho a estudiantes de un conservatorio de música mientras pintaban me doy cuenta de que no me quiero despedir de ese momento. Que lo quiero tener siempre a mano y que es algo que le hace bien a cualquiera, que debería ser un derecho. Lo mismo con el canto, lo mismo con la lectura.

Y ya se que nadie me impide hacerlo. Ni a mi ni a nadie. Pero eso se torna enseguida bien relativo cuando uno entra en una escuela, cuando uno entra en una casa, cuando uno entra en una sociedad, porque está lleno, por todos lados, de cosas que nos dicen que eso no es para nosotros, o no es para cualquiera. Sólo algunos son los que fueron hechos para pintar.
Y no pretendo hacer una muestra de mis obras en ningún lugar, pero es muy importante ese momento para mi y lo quiero tener, no quiero que nadie me lo saque.

El título pretende ampliar ese, que no, que no pinta, que no lee, que no escucha música, que no baila, etcétera, etcétera, etcétera.
Que todo el que quiera se piense en ese lugar y también se pregunte: ¿y por qué no?
Y que incluso se ponga a hacerlo, eso que le dan tantas ganas pero no se anima porque lo hace mal o porque no me sale nada, que yo no soy como tal, que hace una línea y es una obra maestra.
¿Y?

¿Qué tiene si hacemos montones de líneas sueltas? ¿Qué tiene si hacemos un mamarracho? ¿Qué tiene si cantamos desafinado? ¿Qué tiene si bailamos raro o no seguimos el ritmo o lo que sea?

Los invito a comprarse tinta china y un pincel y probar pintar.
Por ejemplo.
Simple.
Corto.
Conciso.

Y no hace falta mostrárselo a nadie.
Es dedicarse un rato.

Y nuevamente le quiero agradecer a Mar porque tiene mucho mucho que ver en muchos descubrimientos que están acá, en el texto y en mí. En mi cuerpo.

Tallercitos en Orán

¡¡Hola Chicos !!
¿Cómo están? Supongo que muy bien!!! llevando ideas nuevas por el mundo ,con la generosidad que los caracteriza y esa fuente de energía inagotable.

Les escribo para contarles que durante la semana pasada hice 3 talleres de lectura, uno con cada uno de mis grados (primero, segundo y tercero de EGB 1). Generó tanta expectativa en el colegio que tuve la visita de varios padres, intentando colarse al taller ... jaja (asi que les largué la propuesta de hacer uno con padres y les gustó !! ) pero después vino la solicitud, por parte de los chicos de segundo ciclo a Gladys ( la otra maestra de Lengua), de hacer talleres ellos también y yo me ofrecí para que los hagamos juntas asi que a partir de este jueves 5 , se vienen 3 talleres más.

Si bien es cierto , que durante todos estos años, yo venía trabajando en cada taller de una manera en algunos aspectos similar (sacarnos los zapatos, hacer un tiempo de relajación,etc.) lo que no había incorporado era el juego , y creo que en este sentido juega un papel muy importante para interactuar con el otro y generar otra disposición a lo que se propone. Algo leí en el blog al respecto... siempre leo las entradas aunque no escribo muy seguido.
Les cuento que primero preparé las aulas , asi que saqué a todos los chicos ( solo esta acción generó mucha incertidumbre mientras esperaban afuera).
Después fueron pasándome los almohadones pero aún no podían entrar ellos. Intentaban colarse,saber qué les esperaba... Una de las consignas era tratar de no faltar ni llegar tarde ya que comenzábamos a las 7:35 AM . Y la cumplieron estrictamente hasta los más dormilones.
Creo que ese día muchos madrugaron, estaban ansiosos, expectantes.
Puse todos los bancos contra la pared y sobre ellos coloqué varios libros, no tantos como hubiese querido (no dispone de variedad mi mini biblioteca)

A continuación les dije que hicieran una fila, y que sabían que cuando entraramos ya no podíamos salir (más incertidumbre... mientras los padres observaban todo, hasta que una de las madres no resistió más y me dijo: -Puedo entrar a ver, Pao ? yo nunca hice un taller de lectura...)

Al ingresar , les pedí que se quiten las zapatillas, lo hicieron sin ningún problema , en eso los chicos son más libres que los adultos, lo hacen sin cuestionar tanto. Pero la sorpresa fue cuando yo me quité las sandalias... y me decían :- Vos también seño te vas a quedar descalza??? Y les dije : _ Claro !!! si yo también vine a divertirme !!! y recibí un espontáneo aplauso de parte de mis alumnitos de primero. (En eso cambié, siempre hice que mis alumnos esten descalzos en los talleres pero jamás pensé en hacerlo yo !!! Gracias Lean !!! liberarse es bueno, lo aprendí de vos...)


Comencé con un jueguito ( tipo baile, si me hubiesen visto bailar !! jaaj ), los chicos se divirtieron mucho. Después nos fuimos relajando hasta terminar recostados en el piso y a imaginarseeee !!! ... que son aves , en este caso, desde que estaban en el huevo, en el nido rompiendo el cascarón hasta poder volar hacia lugares remotos, pasamos por el mar, la montaña, el río ,sentimos el viento,fue muy lindo!!! Van a ver que en una foto algunos chicos están con los ojos cerrados y moviendo los brazos ...muy loco!!! muy enriquecedor , para todos.Por supuesto, todo esto acompañado de muy buena música (Puente celeste: "Mundos que se tocan") te suena Mar??? Gracias por compartir tu música!!! Fue muy generoso de tu parte.

Luego pasamos a la escucha de algunos cuentos. Como me enloquecí con Pescetti , la mayoría de él, también escuchamos algunos que me dejó Martín en la compu, muy buen momento !!

Y por último la exploración de libros , los propios,los de los compañeros y los que yo les puse en las mesas. ¡¡¡ Estaban felices !!!

Debo confesar, con modestia aparte, que disfrutaron en todo momento . Los más grandecitos me dijeron que había sido diferente, un "encuentro distinto con los libros" y los más chiquitos lo definieron "como una fiesta".¡¡¡Fascinante!!!

Demás está decirles que cada vez que entro a una de las aulas me preguntan cuándo hacemos de nuevo un taller de lectura. Así que antes que terminen las clases, dos más por lo menos.

Y ahora va la nueva propuesta: Hacer un taller en otra institución, con los alumnos de una compañera que trabaja por la tarde en una escuela pública. Y me pongo a pensar... Qué lindo sería tener una valija cargada de libros y recorrer distintas escuelas abriendo estos espacios de encuentro con la literatura ...seguramente un nuevo proyecto para el próximo año. Ya les avisaré si se concreta...

Bueno chicos, el relato tendría que ser mucho más largo (aunque de hecho ya lo es) para contarles más detalles y sobre todo hacerles algunas preguntas, pero sé que el tiempo en el ciber es limitado y les deben llegar muchos mails.

Desde ya saben , que mi agradecimiento hacia ustedes, es infinito !!!! Con orgullo puedo decirles que conocerlos fue lo más enriquecedor que me sucedió en este último tiempo, no solo como maestra, como estudiante del Profesorado en Lengua sino como persona, como amiga !! Gracias por hacerme un poquito más libre...gracias por enseñarme a disfrutar, a jugar,a ser menos estructurada, menos predecible, a ver la vida desde las palabras.



TE QUIERO LEANDRO KOHAN !!!

TE QUIERO MARTÍN BROIDE !!!

Y DE NUEVO GRACIAAAAAAASSSSSSSSSSS ...TOTALEEEEEEEEESSS !!!!!!...besotes

PAO

P/D: Adjunté algunas fotitos que ilustran humildemente lo que pasó.

Un cuento

Escribí, hace poco, una entrada acerca de los objetivos en los talleres. Las tensiones en las correspondencias (y las no corrrespondencias) de la realidad con nuestras ideas de la realidad, con nuestros deseos, con las palabras, con los planes, están muy presentes en esa entrada. También en otra, acerca del llegar de la nada a un lugar, del anticipar o no un movimiento, un camino.

En todo este tiempo, antes de escribirlas, durante y luego, pensé mucho en un cuento que leí hace tiempo, varios años, y se lo conté, tal como me lo acordaba (por supuesto, distinto a cómo era) a Lechu. Le gustó lo que oyó, y a mí me dieron más ganas de compartirlo con otros. Pedí autorización y material, recibí uno y otro.

Con una aclaración, que me gustó, que fue la de poner seudónimo. Va entonces, convidando. Ojalá les guste como a mí.

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SIEMPRE


Eran las ocho en punto, y como todas las mañanas abrió los ojos sobresaltado por el timbre del despertador. Miró a su alrededor buscando un indicio, una pista, algún elemento que lo sacase de su estado de asombro. Se sentía vacío, transparente, como si su historia fuerse un espejo estallado en mil pedazos
. Un hombre sin historia ni nombre.
Entre medio de sus sensaciones alcanzó a manotear el despertador.
Un sol tenue entraba por la ventana, trayendo recuerdos irreconocibles y mimetizados con esa luz que todo lo tocaba.
Con una mirada profunda recorrió lentamente cada uno de los espacios de la habitación, tratando de descubrir aquello que se le escapaba.
Frente a su cama, sobre una pared rosa viejo, colgaba una reproducción de Esher, aquella donde una mano dibuja otra mano que dibuja a la primera.
A su derecha, en un espejo manchado, lo sorprendió la imagen de un hombre tirado en su cama con la barba a medio crecer y despeinado. Un movimiento involuntario de su mano para espantar una mosca y su reflejo, marcaron en forma inexorable la identidad del desconocido.
La única puerta que había se encontraba cerrada, impidiéndole saber mas del lugar donde se encontraba.

Al lado de la pequeña ventana por donde se filtraba la luz vió una mesa junto a un cartel rojo grande escrito con una letra firme e intensa :

“La oscuridad que te rodea, las sensaciones que te invaden, el aturdimiento que te acompaña tienen una explicación.

Por favor seguí las instrucciones.

- Prepará el despertador para que mañana suene a la misma hora.
- Leé detenidamente el contenido de la carpeta amarilla que está en la mesa verde.

No olvides, al terminar el día, de escribir lo acontecido en la carpeta."

" Somos nuestra historia”


Acompañaba a la nota una firma y una aclarción “Yo”

Cada mañana estaba signada por esta misma rutina.
El despertador, la confusión, la nota y a continuación la lectura minuciosa y regeneradora de sus escritos.
Este rito se repetía desde siempre.

Acariciando cada frase, cada palabra como el tesoro mas preciado, sentía como recobraba la vida, la historia, cada recoveco perdido de su identidad.
Su niñez, sus padres, los sabores, los olores, los colores, las miles de sensaciones perdidas , se ubicaban en su lugar a medida que sus ojos recorrían cada página de la carpeta. Así es como lo hacía todos los días de su vida, como si fuese la primera y única vez.

Eran las cuatro de la tarde cuando terminó de leer la carpeta amarilla. El día casi se había consumido.
Recién ahora sabía que el "YO" de la firma no era otra persona que él. Sabía también que le quedaban pocas horas para vivir. No más allá de las 11 de la noche debería comenzar a escribir la historia del día. Debía cumplir con la rutina porque era la única forma para mantener su recuerdo, su persona, su existencia.
Esta vez, a pesar de saber que el tiempo libre era cada vez más escaso, decidió comenzar a escribir inmediatamente.

28 del mes actual del año en curso. 16 horas.



Hoy desperté y tal cual indicaban las instrucciones releí toda la carpeta amarilla. Pero apenas concluí no pude evitar comenzar a escribir.

Pachelbel suena y me conmueve.
Esta vez no puedo esperar el anochecer.
Sé que cada línea que escriba se multiplicará por cada día de mi vida, y será leída una, cien o mil veces, consumiendo preciosos minutos tal vez destinados a vivir. La disyuntiva es clara, la respuesta correcta no. Necesito seguir escribiendo, y hoy esta es la única respuesta válida.

De golpe las lagrimas comienzan a brotar. No se por que ni para que.
La mentira invade mis sensaciones.

Nada de esto, ni siquiera mis lágrimas, ni esta escritura parecen tener sentido.
Es una pequeña actuación para tratar de invocar algo mágico, especial, para que piense que vivo, que pasan cosas, que soy capaz de emocionarme, que hay algo.
Pero descreo totalmente de las invocaciones. Esto es puro teatro.
Necesito crear un hito en el tiempo, una marca, que me indique que el tiempo pasa.

No es fácil escribir. Hay que tener algo para decir o algo para entender, o tal vez justamente tengo que escribir lo que no se, lo que pienso y me olvido, lo que siento y me olvido. Las cosas no quedan. Tocan y se van, no se hacen carne, dejan de existir una vez acontecidas. Ni siquiera las cicatrices quedan.

Acabo de leer en la carpeta amarilla que en el día de ayer un taxista me dijo:
- Por suerte ahora llego a casa, me saco los zapatos, prendo la tele y me distraigo un poco.
¿De que carajo se distrae? ¿De la vida?.

En este momento Vivaldi, con sus cuatro estaciones invade el aire, pero no encuentro la forma de apropiarme de ello. No puedo hacer que sea parte de mi. No puedo lograr que deje huellas. Estoy solo de vuelta. El dolor y el placer se apoderan de mí

¿Como hacía Vivaldi para sacar de adentro la música?
¿Cómo se hace para poder entrar en contacto con la vida?

Esa noche se sentó nuevamente a escribir su historia. Pero solo escribió dos lineas. Pensó que tal vez era mejor cambiar un recuerdo de su vida por una vida sin recuerdos.


Mijael Imbesau

El que no lee

La verdad, hay que decirlo, yo en mi casa siempre fui el que no leía.
O al que le costaba, que no tenía una relación dinámica con la lectura, el que necesitaba que "le encuentren" el libro que lo va a enganchar. Etcétera, etcétera.

Y desde este comienzo quiero aclarar que esto no es un reclamo hacia mis viejos ni nada por el estilo.
Simplemente era así, por muchos motivos seguramente. Quizás simplemente alguien tenía que ocupar ese lugar. O yo necesitaba ocuparlo durante un tiempo, quién sabe.

Antes de ayer terminé el tercer libro desde que estamos de viaje y con varias otras lecturas en el medio, entre ellas un texto de Graciela Montes, que se llama La gran ocasión. Que también lo leí antes de ayer.

Y la verdad que por un lado me doy cuenta de que es algo que disfruto mucho mucho.
Que no necesito que nadie me busque el libro que me va a enganchar, quizás sí, como todos, me gusta recibir de alguien que quiero un compartir de determinado libro que a esa persona le gustó. Graciela habla de esto, de una sociedad de lectura, de que el lector busca a otro lector, para compartir lo que leyó, para que le llegue un libro de esas manos queridas.

Mi casa siempre estuvo y está llena de libros. Mis viejos y mi hermana leen muchos de ellos. Yo siempre me acerqué más tímidamente. Quizás por contrera, quizás porque la escuela colaboró con esa timidez hacia la literatura, puede ser por muchos motivos, incluso porque mis viejos me hayan tomado como el que no lee. Y repito, no es un reclamo, simplemente una reflexión. También pienso que si ahora disfruto de leer tiene mucho y principalmente que ver con ellos. Me han leído muchos muchos cuentos y novelas cuando era chico. Los he visto disfrutar de la lectura durante años, me han acercado libros o comprado siempre que quise.
Y recién ahora estoy entendiendo mejor que no me importa lo que piensen los demás de mi como lector. Recién ahora, en realidad, está dejándome de interesar si soy "muy lector" o "poco lector" para los demás.

Graciela habla de la lectura en la vida, sin limitarse a los libros. De lo que pasa por dentro de cada uno cuando ve una película, lee un libro, pero también cuando leemos una música, un cuadro, una flor, un bosque, el cielo.
Dice: se pueden leer miles de libros y no haber leído en ese sentido, de generar un sentido propio, de crearse un mundo, de soñar, etcétera.

Y aunque muchos quizás se rían o les parezca absurdo, leyéndola a Graciela me dieron muchas ganas de armar un taller,
semanal,
para chicos,
que tenga que ver con la lectura, con la educación por el arte, con la escritura, etcétera, etcétera, etcétera.
Y desde mi lugar, de dificultad con la escritura quizás, o de incomodidad a veces, de haber leído pocos libros, de tener muchas ganas de leer varios que están dando vueltas, mi lugar de formación permanente, de duda, de certezas, que aparecen y se caen permanentemente y cada vez son menos. Desde mi ignorancia y amor.

Y también quiero decir, que últimamente Martín, Mí compañero de viaje y amigo. Tuvo mucho que ver en todo esto. Supongo que por infinidad de motivos.
Algunos probablemente sean que es imposible alcanzarlo, que no hay competencia posible, entonces eso se cae solito porque la cantidad de libros que ha leído es inconmensurable y la velocidad a la que lee también.
Algún otro quizás sea todo el laburo que tiene hecho en promoción de la lectura y que queramos o no me afecta, me contagia. Todo momento es un buen momento para ponerse a leer para él.
También a veces es como un hermano mayor al que me pongo a imitar y si el se pone a leer me pongo a leer.
En algún lugar le importa tan poco si leo o no que me relaja mucho.
Y por otro me acompaña mucho, y sabe perfectamente lo que hago.

Gracias.
A varios.

Muchas gracias.

Quiero más

Terminé encandilado. Hermosamente encandilado.

Con el goce, el placer, instalado en los ojos, en la mandíbula, en el pecho, en la garganta.

Es increíble el cine. Algo de otro mundo. Es la sensación que tengo ahora, la que tuve desde que empezó a hacerse la historia.

En realidad no era el cine, era una proyección en la Alianza Francesa de Sucre. A ver una película de Stephen Frears, Negocios entrañables. Me pareció excelente, aunque, a esta altura, no se si por la película en sí (igual lo supongo, me pareció, en otras cosas que vi, un director excepcional) o por la sensación de descubrimiento, de hallazgo, por el asombro.

No quería que termine. Para nada quería que termine. Y hace tiempo que no me pasaba esto, al menos de una manera tan intensa.

Desde el día en que llegamos a Sucre, el domingo, y vimos el cartel, estuve pensando en este momento. Estos días, a cada rato me acordaba y me ponía contento. Es raro, porque, al fin y al cabo, es una película. Algo que, en mi vida cotidiana, tengo frecuentemente, y muy al alcance de la mano.

Sin embargo, el hecho de que hacía por lo menos dos meses que no iba, y (sobre todo, creo) el hecho de estar de viaje, sin posibilidad de acceder a lo que tengo todos los días, me hizo tal vez encontrármelo de otra manera. Sentí, realmente, como si fuera la primera vez que iba al cine. Viajé a Londres, me preocupé, angustié y alegré con los personajes, sentí los olores y los fríos de la calle, los cuartos del hotel y la morgue. Y disfrutando a cada momento del desplazamiento, del otromundo, del otroterritorio.

Y al salir, la sensación de "quiero más". Como un niño que va por primera vez al cine (creo que algo así dije la primera vez que fui, o mi hermano, será mi madre quien corrija el recuerdo que me contó). Como descubrir algo nuevo, totalmente nuevo, y hermoso.

Inmediatamente, incluso durante la película, pensé en el blog, en la militancia por la poesía, en los puentes culturales, en las ventanas que se abren. Quiero decir, en todo lo que vamos haciendo (en el viaje y no sólo).

Pensé, puntualmente, en las propuestas de abrir espacios de cine con Puentes Culturales. En lo que deben sentir los que se encuentran con un espacio así de pronto: una buena película, en un lugar más o menos cómodo para verla. En donde antes no estaba.

También en la importancia que tiene para mí el cine. Una importancia de la cual soy consciente, pero tal vez no tanto.

(realmente, la sensación era de estar desbordado de placer)

Muchas veces digo que una de las razones (no la única, claro está) por las cuales me dedico a esto (la promoción de la lectura, la educación por el arte, etc., en tanto política cultural) es porque quiero que, en cualquier lugar donde viva, yo y mis hijos (cuando los tenga) y la gente querida tengamos estas posibilidades (hoy lo dije, por ejemplo). Hoy me doy cuenta: quiero llegar a cualquier lugar y poder ver una buena película, tener acceso a novelas, libros de poesía, libros de fotos, cuadros, árboles, entre tantas otras cosas. Y si lo quiero yo, claro, también lo pueden querer otros (y necesitar). Todos, yo diría, aún cuando muchos no lo sepan.

Decía, en otras entradas, que esto del viaje tiene algo del reaprender todo desde cero. Que hay un extrañar lindo, que invita a reencuentros intensos, hermosos.

Hoy aprendí que existe algo como el cine. Y que es lindo, lindo, lindo.

Quiero más.