Quiero más

Terminé encandilado. Hermosamente encandilado.

Con el goce, el placer, instalado en los ojos, en la mandíbula, en el pecho, en la garganta.

Es increíble el cine. Algo de otro mundo. Es la sensación que tengo ahora, la que tuve desde que empezó a hacerse la historia.

En realidad no era el cine, era una proyección en la Alianza Francesa de Sucre. A ver una película de Stephen Frears, Negocios entrañables. Me pareció excelente, aunque, a esta altura, no se si por la película en sí (igual lo supongo, me pareció, en otras cosas que vi, un director excepcional) o por la sensación de descubrimiento, de hallazgo, por el asombro.

No quería que termine. Para nada quería que termine. Y hace tiempo que no me pasaba esto, al menos de una manera tan intensa.

Desde el día en que llegamos a Sucre, el domingo, y vimos el cartel, estuve pensando en este momento. Estos días, a cada rato me acordaba y me ponía contento. Es raro, porque, al fin y al cabo, es una película. Algo que, en mi vida cotidiana, tengo frecuentemente, y muy al alcance de la mano.

Sin embargo, el hecho de que hacía por lo menos dos meses que no iba, y (sobre todo, creo) el hecho de estar de viaje, sin posibilidad de acceder a lo que tengo todos los días, me hizo tal vez encontrármelo de otra manera. Sentí, realmente, como si fuera la primera vez que iba al cine. Viajé a Londres, me preocupé, angustié y alegré con los personajes, sentí los olores y los fríos de la calle, los cuartos del hotel y la morgue. Y disfrutando a cada momento del desplazamiento, del otromundo, del otroterritorio.

Y al salir, la sensación de "quiero más". Como un niño que va por primera vez al cine (creo que algo así dije la primera vez que fui, o mi hermano, será mi madre quien corrija el recuerdo que me contó). Como descubrir algo nuevo, totalmente nuevo, y hermoso.

Inmediatamente, incluso durante la película, pensé en el blog, en la militancia por la poesía, en los puentes culturales, en las ventanas que se abren. Quiero decir, en todo lo que vamos haciendo (en el viaje y no sólo).

Pensé, puntualmente, en las propuestas de abrir espacios de cine con Puentes Culturales. En lo que deben sentir los que se encuentran con un espacio así de pronto: una buena película, en un lugar más o menos cómodo para verla. En donde antes no estaba.

También en la importancia que tiene para mí el cine. Una importancia de la cual soy consciente, pero tal vez no tanto.

(realmente, la sensación era de estar desbordado de placer)

Muchas veces digo que una de las razones (no la única, claro está) por las cuales me dedico a esto (la promoción de la lectura, la educación por el arte, etc., en tanto política cultural) es porque quiero que, en cualquier lugar donde viva, yo y mis hijos (cuando los tenga) y la gente querida tengamos estas posibilidades (hoy lo dije, por ejemplo). Hoy me doy cuenta: quiero llegar a cualquier lugar y poder ver una buena película, tener acceso a novelas, libros de poesía, libros de fotos, cuadros, árboles, entre tantas otras cosas. Y si lo quiero yo, claro, también lo pueden querer otros (y necesitar). Todos, yo diría, aún cuando muchos no lo sepan.

Decía, en otras entradas, que esto del viaje tiene algo del reaprender todo desde cero. Que hay un extrañar lindo, que invita a reencuentros intensos, hermosos.

Hoy aprendí que existe algo como el cine. Y que es lindo, lindo, lindo.

Quiero más.

1 comentario:

  1. Cada uno de ustedes tuvo un "quiero más".
    A vos te pasó en realidad cuando leiste por primera vez una novela, creo que era Del tamaño justo, de Ana Maria Machado. Terminaste de leerlo, cerraste el libro y dijiste, "quiero más, quiero leer otro libro asi, una historia larga, no un cuento" (palabras más, palbaras menos, esa era la idea)

    A PAblo le pasó con el cine. Tenia dos años, fuimos a ver la pelicula Las tortugas ninjas pensando que no aguantaría toda la pelicula. No solo aguantó sino que cuando terminó, se puso a llorar sin moverse de su asiento, diciendo que queria mas pelicula.

    Y yo me quedo pensando, en esa sensacion hermosa que me invade cuando estoy en el cine, a oscuras, en la sala grande, compartiendo con otros la historia, las imagenes, las escenas. O cuando me meto en un libro, en un autor, y un mundo me espera con solo abrirlo y dar vuelta las paginas.

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