Los usos de la palabra III

I

Muchas veces hablé de esto con amigos. Con ciertos amigos, en particular.

Soy presa de mis palabras. Demasiado, a veces. Y en el vaivén de las conversaciones, en los arranques de entusiasmo, digo muchas veces de las que luego me resulta difícil hacerme cargo. Promesas, representaciones de mí mismo, dogmas. Luego me pesan, mucho. Las palabras me salen a la caza.


El problema, claro, es que luego me siento muy mal cuando no estoy a la altura de lo que dije. Y, aunque esto es en parte porque detesto que la gente no cumpla sus compromisos verbales, lo cierto es que estoy mucho más dispuesto a perdonar a los otros que a mí mismo. Por supuesto.


De todas maneras, me pongo mal tanto cuando yo no cumplo como cuando no cumplen los otros. Ya sea la promesa de escribir un mail, de juntarnos para tomar un café, lo que fuera, si no lo vamos a hacer, si yo no lo voy a hacer, si el otro no lo va a hacer, necesito que eso esté sustentado por la palabra.


Como si la representación tuviera casi más peso que los hechos, casi.


Pienso, igual, con Juarroz, que es más importante que lo que decimos la intensidad con que lo decimos. Sin embargo, no puedo deshacerme de esos pesos, tampoco.


¿Es posible establecer otros usos de la palabra? Seguramente lo principal es transformar la relación conmigo mismo.


(es casi indecible todo esto que estoy diciendo, pero)


Cito a Madariaga: "vuelan todos los puentes / las comunicaciones estallan en fuego y transparencia/ sólo nos queda el puente del olor del infinito / la pasarela para el tigre de los sueños"

II

Estos días Jori, un amigo y colega que conocimos acá en Cochabamba, nos decía que, aunque para él la escritura es algo fundamental en la vida, y aunque ha dado forma final a muchos de sus escritos en libros, no escribe para publicar. Y de hecho, esos libros quedan en pdf. Para ser compartidos con amigos, así dice.

Comparto mucho esa manera de vivir la literatura, la palabra. Tal vez, con transformar la categoría de publicación. El hacer público simplemente como un compartir.

Muchas veces tengo la sensación de que si todos pudiéramos dejar de lado el horizonte de libro, de la publicación y venta en librerías, tendríamos con la escritura una relación mucho más bella, más relajada. Y eso haría mucho bien. En realidad, es la cita que está bastante presente en el blog, de Gianni Rodari, "todos los usos de la palabra para todos, no para que todos seamos escritores, sino para que nadie sea esclavo". Eso mismo estoy diciendo en este apartado, me disculparán, difícil no repetirnos.

(de hecho, tal vez no digamos siempre, y con múltiples variaciones, unas pocas cosas: "no se", "te quiero", "tengo miedo", "hola", y algunas más seguramente / y seguramente lo digamos más con la mirada y el abrazo que con las palabras)

Hoy le decía también a Jori que para mí la poesía es, sobre todo, oral y social. Es una modalidad de relaciones sociales, es algo para decir. Incluyo en esas relaciones sociales a los muchos que nos habitan, al cocktail de personalidades del que hablaba Girondo, digamos.

También me gustó decir eso. Es también lo que me escribía Juli, mi amiga-hermana, alguna vez, luego de una ponencia que presenté este año en la feria del libro: "me encantó verte defendiendo la relación de la poesía y la amistad". Yo no había pensado en eso cuando escribí, cuando hablé, pero bienvenido.

Todo esto iba a rescatar algo que me pareció muy hermoso: lo que sucedió con el texto que publiqué, de José, mi padre, en uno de Los usos de la palabra anteriores. Las resonancias, los comentarios. A mí me hizo mucho bien leer todo lo que pasó, y creo que también le hizo lindos caminos a otros lectores del blog, el poema.

Que no era un poema, creo. No era nada: palabras, dichas, escritas, compartidas, puestas en juego para celebrar la vida.

III
Me compré un libro de Boaventura Sousa Santos (o algo así se llama): un politólogo, un libro teórico, ensayístico, sobre el estado y la sociedad. Y lo estoy leyendo con deleite.

Es que hace varios días, semanas (meses incluso) que me di cuenta que estoy con mucha necesidad de esas lecturas, de esas escrituras. Terminé la facultad, estando de viaje. En los últimos meses, años, estaba ya cansado de artículos, ensayos, teorías. Sobre todo en un momento lo sentí como un discurso vacío, inservible, cerrado en sí mismo.

Me doy cuenta, ahora, no sólo que tiene cosas muy interesantes para aportar a la vida, sino que a mí me gusta mucho. Que lo necesito. No se cuánto me durará esto, veremos. Pero hasta me dieron ganas de seguir, al menos en ciertos fragmentos de mi vida, algo así como una carrera académica.

Tengo muchas ganas de escribir la tesis. Tengo ganas de seguir leyendo, pensando, escribiendo.

Es la palabra, también. En otro uso, pero importante al fin.

Parte importante de este apartado tiene que ver con lo que voy viendo, a lo largo del viaje, en el proceso de Lechu: él no había leído nunca teorías de la lectura, ensayos al respecto, nada de nada. Pero a través de las planificaciones de los talleres, de las puestas en común, de nuestras propias conversaciones, me impresiona ver no sólo lo que él cambió su mirada, sino, sobre todo, lo que nos aporta en nuestra comunicación. Y en la comunicación con los otros.

El concepto de espacio poético es el ejemplo más claro. Pertenece al campo de la reflexión, al ensayo. Y no dudo que hace a una vida más linda, también.

Dice Juarroz: "El pensamiento más profundo sobre algo es también amor a ese algo. Pasados ciertos límites, pensamiento y amor son casi la misma cosa. La poesía lo sabe y lo muestra."


IV

Cierre de un taller, en Tarija, con un grupo de jóvenes. Tanto a través de los escritos como de los comentarios, noto una representación bastante anquilosada de la poesía, muy escolar, muy atadita.

Propongo, entonces, un ejercicio inédito, hasta el momento, en los talleres. Pregunto: ¿qué es, para ustedes, la poesía? Escriban.

Las respuestas, era un poco esperable, no se salían del manual: la expresión de los sentimientos, las rimas, la literatura. Entre los jóvenes, esto.

Había, sin embargo, una niña. De cuatro años, supongo: Fabiana.

(tal vez, fue por ella que hice la pregunta)

¿Qué es la poesía para vos, Fabiana?

"La poesía es un país". Eso respondió.

Inmensa.

V

Hoy, conversando con un amigo de acá, cuya lengua materna es el quechua, me enteré de una palabra hermosa, de esas que invitan: suanaku, que se traduciría más o menos como el acto de, mutuamente, robarnos. La usan, me contaba Jory, para cuando los padres de los enamorados no aceptan que la pareja se arme. Entonces, mutuamente, se roban. Y salen, juntos, con lo puesto, a buscar otra tierra.

Me encantó, lo comparto. Gracias Jori.

3 comentarios:

  1. Recién pude darme el tiempo de leer estas entradas de los "usos de la palabra". Me encantaron las reflexiones. Me mató de emoción el poema del Señor Broide, por razones muy personales pero que al final son las de todos.

    Sé que da para debatir un montón. Pero rescato algo muy lindo que está en tu texto, y también me pasó en el taller, a partir de dos palabras (respectivamente): Suanaku y rocio. Qué hace una palabra en realidad? nombra y eleva lo nombrado a un estado de visibilidad. Y en ese sentido me gusta pensarlas como caminos hacia la acción. Contrariamente a lo que uno pensaría sobre el "hablar", como algo pasivo.
    Suanaku, me da una sensación de libertad, de revolución... de un levantarse y caminar simplemente por deseo.
    Y por otro lado rocio (que apareció en un sobre en el jardín) no me decía nada, me molestaba, incomodaba. Y hasta hace unos días seguía preguntandome por qué?. Y traté de imaginarme la última vez que ví el rocio. Me recordó tiempos mejores, lugares mejores, en que vivía conectada a la naturaleza, en que miraba las cosas pequeñas con más bondad. De ahí empecé un largo viaje al interior, me moví, actué. (aún nosé qué será?) Esa conciencia de que las palabras movilizan, que me parece esta al principio de este tu texto, y que es también lo que hace éste su viaje, es muy importante al momento de construirse uno ... es muy importante para despertar al mundo y a los que estan con uno. y salir del "sieno" (le dicen así a la oscuridad que se da en el campo, cuando no se ve nada) en que uno a veces se refugia.

    Gracias por este espacio.
    Alba

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  2. Recién pude darme el tiempo de leer estas entradas de los "usos de la palabra". Me encantaron las reflexiones. Me mató de emoción el poema del Señor Broide, por razones muy personales pero que al final son las de todos.

    Sé que da para debatir un montón. Pero rescato algo muy lindo que está en tu texto, y también me pasó en el taller, a partir de dos palabras (respectivamente): Suanaku y rocio. Qué hace una palabra en realidad? nombra y eleva lo nombrado a un estado de visibilidad. Y en ese sentido me gusta pensarlas como caminos hacia la acción. Contrariamente a lo que uno pensaría sobre el "hablar", como algo pasivo.
    Suanaku, me da una sensación de libertad, de revolución... de un levantarse y caminar simplemente por deseo.
    Y por otro lado rocio (que apareció en un sobre en el jardín) no me decía nada, me molestaba, incomodaba. Y hasta hace unos días seguía preguntandome por qué?. Y traté de imaginarme la última vez que ví el rocio. Me recordó tiempos mejores, lugares mejores, en que vivía conectada a la naturaleza, en que miraba las cosas pequeñas con más bondad. De ahí empecé un largo viaje al interior, me moví, actué. (aún nosé qué será?) Esa conciencia de que las palabras movilizan, que me parece esta al principio de este tu texto, y que es también lo que hace éste su viaje, es muy importante al momento de construirse uno ... es muy importante para despertar al mundo y a los que estan con uno. y salir del "sieno" (le dicen así a la oscuridad que se da en el campo, cuando no se ve nada) en que uno a veces se refugia.

    Gracias por este espacio.
    Alba

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  3. Alba:

    Gracias por la palabra "sieno". Creo que lo digo en nombre de todos los que leemos este blog.

    Gracias, también, por la pregunta:¿Qué es lo que hace una palabra, en realidad? Hermosa pregunta.

    Y gracias, sobre todo, por compartir lo que emociona, lo que se mueve, lo incierto.

    La palabra "gracias", acá.

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